Para sanar la locura del mundo, necesitaremos discernir con nitidez éstos asuntos; pues las causas de las parafernalias fenoménicas, pueden ser desenmascaradas y superadas.
Toda persona dispone de relación directa con lo espiritual, lo cual constituye nuestra relación primordial; sin embargo, la madurez de dicha relación ó entendimiento, puede hallarse activa, distorsionada, ó latente.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que la Verdad procede de tí. 3 Y ésta es la vida eterna: Que te conozcan a tí, el único Dios verdadero.
Podemos darnos cuenta, por lo tanto, que la clave del conocer son los estados de conciencia. No las imágenes, ni las teorías, sino algo que se encuentra más profundo que las parafernalias aparienciales; las enseñanzas nos indican intimidad, realidad existencial. Conocer es comprender, y las palabras crísticas disciernen.
11 Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el mundo. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre.
13 Y ahora vengo a ti, y hablo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu verdad, y el mundo los aborreció, porque no pertenecen al mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 17 Santifícalos en tu verdad: Tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos y en ellos, yo me santifico a mí mismo. 26 Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me amas siempre, esté en ellos, y yo permanezca en ellos.
Frente a éstas cuestiones, ¿qué ofrece el mundo…? simplemente, es cuestión de verlo; las grandes mitomanías teocráticas ó científicas solamente sirven para activar engendros cirquenses.
Podemos tener la certeza, de que hay algo más auténtico, totalmente olvidado, en todos y en cada uno. La cuestión es preguntarnos si estamos profunda, suficientemente interesados.