23 Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí.
26 Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.
En un mundo dominado por el ENGAÑO, los cuerdos están marginados: Vivimos en un mundo donde las masas están delirando. Han sido manipulados a través de la histeria de los medios de comunicación para que crean en una “pandemia” invisible que los matará si no cumplen.
NOTICIAS DE ULTIMA HORA: Coronavirus hoy dia 15, última hora en directo | Europa advierte de que la vacuna no frena a ómicron y pide medidas drásticas.
Quisiera recordarles que todos los seres humanos deben finalmente expresar la cualidad y la vivencia de uno de los tres Rayos de Aspecto, aunque, en tiempo y espacio, sus almas puedan originalmente pertenecer a uno de los cuatro Rayos de Atributo. Podría ser útil aquí enumerar los rayos, y de esta manera refrescar la memoria del neófito:
Rayos de Aspecto:
1. El Rayo de Poder, Voluntad o Propósito.
2. El Rayo de Amor-Sabiduría.
3. El Rayo de Inteligencia Activa Creadora.
Rayos de Atributo:
4. El Rayo de Armonía a través del Conflicto.
5. El Rayo de Ciencia Concreta o Conocimiento.
6. El Rayo de Idealismo o Devoción.
7. El Rayo de Orden o Magia Ceremonial.
El contacto con la energía de tercer Rayo de Inteligencia Activa (como se lo denomina a veces), o la «energía de la aguda percepción mental divina», revela a la conciencia del iniciado los «secretos de la Mente de Dios «. Los cuatro Rayos de Atributo, en el ciclo evolutivo, condicionan su carácter (o mecanismo de contacto) y evocan su cualidad esencial. Los tres Rayos de Aspecto le permiten recibir las cuatro iniciaciones superiores: sexta, séptima, octava y novena, conectadas exclusivamente con Shamballa. Los cuatro Rayos de Atributo, particularmente cuando están sintetizados por intermedio del tercer Rayo de Aspecto, se relacionan más definidamente con la Jerarquía y, por lo tanto, con las primeras cinco iniciaciones. Los Rayos de Aspecto están esencialmente relacionados con el aspecto vida o voluntad de la divinidad, y los Rayos de Atributo con el aspecto conciencia.
Cada ser humano, en las primeras etapas de su desarrollo (en las antiguas Lemuria y Atlántida, o que hoy posee el estado de conciencia lemuriano o atlante, y de ellos hay muchos), viene a la encarnación en uno de los cuatro Rayos de Atributo, porque dichos rayos están especial y excepcionalmente relacionados con el cuarto reino de la naturaleza y, por consiguiente, con la cuarta Jerarquía Creadora. Durante el extensamente largo ciclo de la quinta raza actual, la así llamada raza Aria, llegó un período (quedando ahora en el pasado muy distante y olvidado) en que individuos que habían alcanzado cierto estado de conciencia fueron transferidos a uno de los tres Rayos de Aspecto, de acuerdo al predominio de la energía o la línea de fuerza que era condicionada por estos rayos. Uno de los Rayos de Aspecto y dos de los Rayos de Atributo (tercero, quinto y séptimo) están condicionados por el primer Rayo de Poder o Voluntad, mientras que el cuarto y sexto están condicionados por el segundo Rayo de Amor-Sabiduría. Esto lo he señalado anteriormente. Un ciclo de vidas en el tercer Rayo de Inteligencia Creadora (como prefiero [e460] denominarlo) precede siempre a esta trasferencia. Esta experiencia de rayo abarca un vasto lapso. Excepto en la enseñanza oculta y en los archivos que están bajo custodia de los Maestros, la historia -tal como la conocemos y que expresa lo que emerge desde los tiempos primitivos y medievales- no existe. Desde el ángulo del ocultismo, la historia abarca solamente desde la aparición de esas culturas y civilizaciones denominadas quinta raza raíz, y sólo una pequeña parte es reconocida como Aria; esta última es simplemente una nomenclatura moderna y científica que describe un pequeño período de la historia moderna. El ciclo ario comprende el período de relación entre grupos y naciones, aunque presenta (como hipótesis necesaria) previos, pero desconocidos ciclos de vida humana, donde el hombre primitivo erraba sobre la tierra; otras veces presenta la existencia de una civilización anterior, completamente desaparecida, dejando tras ella débiles huellas de antiguas civilizaciones organizadas y restos culturales, y también indicios de relaciones intermundiales de la cuales no hay prueba positiva; se sugiere que existieron por la similitud de su arquitectura, raíces idiomáticas, tradiciones y mitos religiosos.
Vimos después, en términos generales, que la evolución [e105] atómica podía dividirse en dos etapas: una, la atómica; la otra, a falta de mejor término, la radiactiva. La etapa atómica es ésa donde el átomo vive su vida autocentrada, preocupándose totalmente de su propia evolución y del efecto producido por sus contactos. A medida que prosigue la evolución, se evidencia que el átomo comienza a reaccionar a una vida mayor fuera de sí mismo y tenemos aquí un período análogo al de la construcción de formas, donde los átomos de sustancia son atraídos por una mayor carga de energía o fuerza eléctrica positiva, si desean llamarla así, que los absorbe o atrae y construye una forma con ellos, que a su vez se convierten en electrones. Vimos que en nuestro caso y en el de toda unidad autoconsciente, se sigue el mismo procedimiento y que posemos una vida central que mantiene dentro de la esfera de su influencia a los [i147] átomos que constituyen los distintos cuerpos, físico, emocional y mental; también que nos manifestamos, nos movemos y vivimos nuestra vida, desarrollamos nuestros propósitos, atrayendo hacia sí átomos de sustancia adecuados a nuestra necesidad para poder así realizar los necesarios contactos. Estos átomos son, para nosotros, la vida central, lo que los electrones para la carga central positiva en el átomo de sustancia. Después comprendimos que si esto es verdad, es decir, si existe una etapa autocentrada o período estrictamente atómico para el átomo y para el átomo humano, entonces se podría decir lo mismo del átomo del planeta, habitado por su Vida central espiritual. De allí entramos en el campo de las conjeturas y consideramos que todo lo que transcurre en el planeta se debe a la condición autocentrada de la Entidad que lleva a cabo su propósito por medio del planeta. Finalmente introducimos la misma idea en conexión con el sistema solar.
......
El Reino de los cielos no se parece a nada.
Solo tú puedes crearlo y mantenerlo.
Dios en ti será siempre único e irrepetible.
La manera de manifestarlo será siempre original.
……………………..
El Reino nunca será el fruto de una programación.
No surgirá por muchas doctrinas que atesores.
No lo encontrarás en los ritos litúrgicos.
Tampoco será producto del cumplimiento de unas normas.
……………………
Surgirá de una intuición de lo que en realidad eres,
manifestada en tus relaciones con los demás;
cuando dejes de considerarte como un yo aislado
y descubras que eres uno con toda la Realidad.
( Escrito atribuido a Fray Marcos )
Quisiera recordarles que todos los seres humanos deben finalmente expresar la cualidad y la vivencia de uno de los tres Rayos de Aspecto, aunque, en tiempo y espacio, sus almas puedan originalmente pertenecer a uno de los cuatro Rayos de Atributo. Podría ser útil aquí enumerar los rayos, y de esta manera refrescar la memoria del neófito:
Rayos de Aspecto:
1. El Rayo de Poder, Voluntad o Propósito.
2. El Rayo de Amor-Sabiduría.
3. El Rayo de Inteligencia Activa Creadora.
Rayos de Atributo:
4. El Rayo de Armonía a través del Conflicto.
5. El Rayo de Ciencia Concreta o Conocimiento.
6. El Rayo de Idealismo o Devoción.
7. El Rayo de Orden o Magia Ceremonial.
El contacto con la energía de tercer Rayo de Inteligencia Activa (como se lo denomina a veces), o la «energía de la aguda percepción mental divina», revela a la conciencia del iniciado los «secretos de la Mente de Dios «. Los cuatro Rayos de Atributo, en el ciclo evolutivo, condicionan su carácter (o mecanismo de contacto) y evocan su cualidad esencial. Los tres Rayos de Aspecto le permiten recibir las cuatro iniciaciones superiores: sexta, séptima, octava y novena, conectadas exclusivamente con Shamballa. Los cuatro Rayos de Atributo, particularmente cuando están sintetizados por intermedio del tercer Rayo de Aspecto, se relacionan más definidamente con la Jerarquía y, por lo tanto, con las primeras cinco iniciaciones. Los Rayos de Aspecto están esencialmente relacionados con el aspecto vida o voluntad de la divinidad, y los Rayos de Atributo con el aspecto conciencia.
Cada ser humano, en las primeras etapas de su desarrollo (en las antiguas Lemuria y Atlántida, o que hoy posee el estado de conciencia lemuriano o atlante, y de ellos hay muchos), viene a la encarnación en uno de los cuatro Rayos de Atributo, porque dichos rayos están especial y excepcionalmente relacionados con el cuarto reino de la naturaleza y, por consiguiente, con la cuarta Jerarquía Creadora. Durante el extensamente largo ciclo de la quinta raza actual, la así llamada raza Aria, llegó un período (quedando ahora en el pasado muy distante y olvidado) en que individuos que habían alcanzado cierto estado de conciencia fueron transferidos a uno de los tres Rayos de Aspecto, de acuerdo al predominio de la energía o la línea de fuerza que era condicionada por estos rayos. Uno de los Rayos de Aspecto y dos de los Rayos de Atributo (tercero, quinto y séptimo) están condicionados por el primer Rayo de Poder o Voluntad, mientras que el cuarto y sexto están condicionados por el segundo Rayo de Amor-Sabiduría. Esto lo he señalado anteriormente. Un ciclo de vidas en el tercer Rayo de Inteligencia Creadora (como prefiero [e460] denominarlo) precede siempre a esta trasferencia. Esta experiencia de rayo abarca un vasto lapso. Excepto en la enseñanza oculta y en los archivos que están bajo custodia de los Maestros, la historia -tal como la conocemos y que expresa lo que emerge desde los tiempos primitivos y medievales- no existe. Desde el ángulo del ocultismo, la historia abarca solamente desde la aparición de esas culturas y civilizaciones denominadas quinta raza raíz, y sólo una pequeña parte es reconocida como Aria; esta última es simplemente una nomenclatura moderna y científica que describe un pequeño período de la historia moderna. El ciclo ario comprende el período de relación entre grupos y naciones, aunque presenta (como hipótesis necesaria) previos, pero desconocidos ciclos de vida humana, donde el hombre primitivo erraba sobre la tierra; otras veces presenta la existencia de una civilización anterior, completamente desaparecida, dejando tras ella débiles huellas de antiguas civilizaciones organizadas y restos culturales, y también indicios de relaciones intermundiales de la cuales no hay prueba positiva; se sugiere que existieron por la similitud de su arquitectura, raíces idiomáticas, tradiciones y mitos religiosos.
Vimos después, en términos generales, que la evolución [e105] atómica podía dividirse en dos etapas: una, la atómica; la otra, a falta de mejor término, la radiactiva. La etapa atómica es ésa donde el átomo vive su vida autocentrada, preocupándose totalmente de su propia evolución y del efecto producido por sus contactos. A medida que prosigue la evolución, se evidencia que el átomo comienza a reaccionar a una vida mayor fuera de sí mismo y tenemos aquí un período análogo al de la construcción de formas, donde los átomos de sustancia son atraídos por una mayor carga de energía o fuerza eléctrica positiva, si desean llamarla así, que los absorbe o atrae y construye una forma con ellos, que a su vez se convierten en electrones. Vimos que en nuestro caso y en el de toda unidad autoconsciente, se sigue el mismo procedimiento y que posemos una vida central que mantiene dentro de la esfera de su influencia a los [i147] átomos que constituyen los distintos cuerpos, físico, emocional y mental; también que nos manifestamos, nos movemos y vivimos nuestra vida, desarrollamos nuestros propósitos, atrayendo hacia sí átomos de sustancia adecuados a nuestra necesidad para poder así realizar los necesarios contactos. Estos átomos son, para nosotros, la vida central, lo que los electrones para la carga central positiva en el átomo de sustancia. Después comprendimos que si esto es verdad, es decir, si existe una etapa autocentrada o período estrictamente atómico para el átomo y para el átomo humano, entonces se podría decir lo mismo del átomo del planeta, habitado por su Vida central espiritual. De allí entramos en el campo de las conjeturas y consideramos que todo lo que transcurre en el planeta se debe a la condición autocentrada de la Entidad que lleva a cabo su propósito por medio del planeta. Finalmente introducimos la misma idea en conexión con el sistema solar.
EL VELO QUE CUBRIA LA MENTIRA, HA SIDO RASGADO: