25 Estas cosas os he dicho estando con vosotros. 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
28 … y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre es mayor que todos, y nadie los puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.
34 No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada.
El tema de la conciencia viviente del Logos planetario es eterno y constituye invariablemente la gran Jerarquía del Ser, cadena de vida donde el más pequeño eslabón tiene importancia y el más grande está relacionado con el más pequeño, por la interacción eléctrica de la energía espiritual. No hay nada -desde un ángulo importante de la vida- sino la Jerarquía, que vincula un sol con otro, una estrella con otra, un sistema solar con otro, planeta con planeta y todas las vidas planetarias entre sí. La nota clave principal de cada iniciación planetaria, aún para la más elevada, es RELACIÓN. Si otras cualidades pueden ser reveladas al iniciado en otros senderos, nosotros no lo sabemos, pero la meta de todo esfuerzo sobre nuestro planeta, es correctas relaciones entre un hombre y otro y entre el hombre y Dios, entre todas las expresiones de la vida divina, desde el más diminuto átomo hasta lo infinito.
Desde el punto de vista de nuestra evolución planetaria sólo hay amor, buena voluntad y voluntad al bien, la cual ya existe, y su verdadera manifestación está ahora más cercana que en cualquier momento de la historia planetaria.
Etapa tras etapa, crisis tras crisis, de un punto a otro punto y de un centro a otro, la vida de Dios progresa, dejando tras sí mayor belleza, al pasar de una forma a otra y de un reino a otro. Una realización conduce a otra; el hombre ha surgido de los reinos inferiores y (como resultado de la lucha humana) también aparecerá el reino de Dios. Traer ese reino es todo lo que hoy concierne verdaderamente a la humanidad, y todos los procesos vivientes del género humano están dirigidos a la preparación de cada ser humano individual, a fin de pasar a ese reino. El conocimiento de que puedan haber manifestaciones aún mayores que el reino de Dios, es inspirador, pero eso es todo. La manifestación del reino de Dios en la Tierra, la preparación del camino para su gran Inaugurador, el Cristo, la posibilidad de la exteriorización de la Jerarquía en la Tierra, presupone para todos y cada uno, una tarea plenamente adecuada y algo por qué vivir y trabajar, soñar y aspirar.
En la tercera iniciación se establece finalmente el control de la mente iluminada por el alma, asumiendo ésta la posición dominante y no la forma fenoménica. Entonces se trascienden todos los límites de la naturaleza forma. La visión de esta trascendencia es comunicada en el momento de la segunda iniciación, bajo el simbolismo de una purificación llevada a cabo positivamente.
Aquí no hago hincapié sobre el relato bíblico de ese proceso purificador, el cual resume simbólicamente la naturaleza acuosa del plano astral y el «lavado por el agua» del iniciado. Expreso la forma puramente atlante del proceso iniciático, dándonos un concepto del descenso en el agua y el ascenso fuera del agua, en respuesta a una Palabra de Poder desde lo alto. El acercamiento ario a esta misma iniciación no ha sido todavía plenamente comprendido.
La segunda iniciación -tal como se lleva a cabo ahora- es hasta cierto punto una de las más difíciles. Involucra la purificación, pero la purificación por el fuego, simbólicamente comprendido. La oculta «aplicación del fuego al agua» produce resultados muy serios y devastadores. El agua, bajo la acción del fuego, «es reducida a vapor, siendo el iniciado sumergido en las nieblas y las miasmas, los espejismos y las brumas». El iniciado debe salir de esta niebla y espejismos, y de las actuales brumas de los asuntos humanos saldrá también eventualmente la humanidad. El éxito del iniciado individual es la garantía del destino racial.
......
El Reino de los cielos no se parece a nada.
Solo tú puedes crearlo y mantenerlo.
Dios en ti será siempre único e irrepetible.
La manera de manifestarlo será siempre original.
……………………..
El Reino nunca será el fruto de una programación.
No surgirá por muchas doctrinas que atesores.
No lo encontrarás en los ritos litúrgicos.
Tampoco será producto del cumplimiento de unas normas.
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Surgirá de una intuición de lo que en realidad eres,
manifestada en tus relaciones con los demás;
cuando dejes de considerarte como un yo aislado
y descubras que eres uno con toda la Realidad.
( Escrito atribuido a Fray Marcos )