3 Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo CLARIDAD. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5 Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y fue la mañana: un día.
26 Por tanto, si os dicen: «Mirad, El está en el desierto, no vayáis; o «Mirad, El está en las habitaciones interiores, es decir: EN LA VIDA SUBJETIVA INDIVIDUAL ó EN LOS OCULTISMOS MUNDANOS no les creáis. 27 Porque así como el relámpago de luz sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre. osea, entendemos, QUE NOS FALTA ALGO, que "debe de surgir" en nuestra constitución. Se desconocen las consecuencias mundanas de ésto, si bién suponemos que la chispa prende la antorcha.
Y, ésta carencia que señalamos, la cual muchos no la aprecian, es la piedra de ángulo de la nueva creación que surge de la claridad y del Origen.
LA LUZ DEL ORIENTE: Brihadaranyaki Upanishad 1, 3,28., es la siguiente:
«Condúcenos, oh Señor, de la oscuridad a la luz; de lo irreal a lo real; de la muerte a la inmortalidad.»
Sin embargo, y pese a las anormalidades de las apariencias, la Senda de lo verídico está ampliamente despejada. Es más, cuantas más barbaridades se inventen, más despejada está:
44Entonces Jesús exclamó: "El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquél que Me ha enviado. 45 "Y el que Me ve, ve a Aquél que Me ha enviado.46 "Yo, la Luz, he venido a éste mundo, para que todo el que cree en Mí no permanezca en tinieblas, VICTIMA de los Tenebrosos juegos de las Dualidades, apariencias, y de los manipuladores verbales.
Las transformaciones alquímicas de la conciencia, prosiguen paso a paso. Intentemos afianzarnos en las experiencias comprensivas.
Debería recordarse que el cuarto rayo es preeminentemente el rayo de la cuarta Jerarquía creadora, el reino humano, y tiene por consiguiente, un vínculo peculiar con las funciones, relaciones y servicio del hombre como grupo intermediario, grupo de enlace en nuestro planeta.
La función de este grupo intermediario consiste en personificar cierto tipo de energía, la de la unificación, fuerza esencialmente sanadora que conduce a todas las formas a la perfección final por el poder de la vida inmanente, con la cual llega a unificarse perfectamente. Esto es producido por el aspecto alma o conciencia, cualificado por el rayo en cuestión. La relación de la familia humana con el esquema divino, tal cual existe, pone en estrecha armonía los tres reinos superiores de nuestro planeta y los tres reinos inferiores de la naturaleza, sirviendo así como centro de distribución de la energía divina. El servicio que la humanidad debe prestar, consiste en producir la unidad, la armonía y la belleza de la naturaleza, por la fusión del alma de todas las formas en una unidad funcionante y relacionada. Al principio se logra individualmente, luego en forma grupal y, finalmente, se manifiesta por medio de un reino de la naturaleza. Cuando esto sucede la cuarta Jerarquía creadora será controlada predominantemente por el cuarto rayo (con esto quiero significar que la mayoría de sus egos tendrán personalidades de cuarto rayo, que facilitará la tarea de lograr la fusión) y la conciencia de sus entes evolucionados funcionará normalmente en el cuarto plano de la energía búdhica, o la percepción intuitiva.
La comprensión de esto proporcionará el incentivo adecuado para lograr el alineamiento. Este alineamiento o sentido de unicidad, no es en manera alguna una realización mística ni lo que pone al místico en armonía con la divinidad. El místico tiene el sentido de dualidad. No es el sentido de identificación que caracteriza al ocultista, pues en esa identificación existe la percepción de la individualidad, aunque corresponda a un individuo que puede fusionarse a voluntad con el todo. Constituye una conciencia casi indefinible de fusión grupal con el gran todo y no la fusión individual con el todo. Hasta que esto no se experimenta, resulta casi imposible comprender, mediante las palabras, su significación y significado. Es el reflejo, si puedo expresarlo así, de la conciencia nirvánica; quisiera que observaran que digo reflejo, no conciencia nirvánica.
Cuando tiene lugar el alineamiento de cuarto rayo y el discípulo se da cuenta de ello, también se produce una crisis. La frase “el discípulo se da cuenta de ello” es significativa, pues indica que esos estados de conciencia pueden existir y el discípulo-observador no percibirlo.
Sin embargo, son subjetivos y no pueden ser aplicados hasta que descienden a la zona del cerebro y son reconocidos por el discípulo en su conciencia física y vigílica. No tienen beneficio práctico para el hombre en el plano físico. La crisis precipitada así conduce a una nueva iluminación cuando se la maneja hábilmente. Dichas crisis se producen por el encuentro (a veces, el choque) de las fuerzas superiores de la personalidad y la energía del alma. En consecuencia, no pueden producirse en una etapa inferior del desarrollo evolutivo, donde las energías de grado inferior están activas y la personalidad no está integrada, refinada, ni posee cualidades elevadas. (¿Es posible emplear la frase “energías de grado inferior” si todas son divinas? La frase nos da la idea y eso es lo que se desea). Las fuerzas implicadas en tal crisis son las fuerzas de integración que actúan en una personalidad de orden muy elevado y poseen necesariamente una potencia relativamente elevada; la fuerza de la personalidad integrada, puesta en relación con la energía del alma, siempre produce el tipo de crisis que aquí se analiza. En consecuencia, constituye un momento o momentos muy difíciles en la vida del discípulo.
La crisis de cuarto rayo evocada mediante la correcta comprensión y el correcto empleo de la fórmula de cuarto rayo produce los siguientes y sucesivos resultados:
Conjuntamente con el surgimiento de esta comprensión, viene la revelación expresada tan adecuadamente en las palabras finales de la fórmula del cuarto rayo. El hombre ve y capta el propósito final de la raza y la meta que tiene por delante el cuarto reino en la vastedad de la manifestación divina. Sería también de valor recordar que esta revelación llega a la raza en tres etapas:
Individualmente. Cuando el discípulo “abandona la lucha a fin de detenerse y descubrir así la victoria que tiene por delante, logrando entonces la unicidad con el enemigo, el Guerrero y el Uno”. Grupalmente. Este acercamiento a la revelación se está desarrollando ya y produciendo en el mundo momentos de extrema crisis en conexión con el trabajo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Su momento crítico reside en el futuro inmediato. En la familia humana, como totalidad. Esta revelación vendrá a la raza al finalizar la era, de manera que por ahora no nos ocuparemos de ella. Es esencialmente la revelación de todo el Plan, abarcando los diversos aspectos del mismo a medida que, ciclo tras ciclo, la raza ha ido captando los aspectos y las revelaciones menores y ha conseguido, con el tiempo, manifestarlos en forma concreta. Constituyen la revelación de los propósitos de la Deidad -propósitos pasados, presentes y futuros- tal como la captan quienes han desarrollado los aspectos divinos y, en consecuencia, pueden comprenderla.
Esta serie de acontecimientos espirituales o desenvolvimientos de conciencia, en la vida del individuo y del grupo, producen una integración definida en los tres niveles de la actividad de la personalidad (mental, emocional y física). También preparan el terreno para esos procesos de fusión que amalgamarán los rayos de la personalidad y del alma.
......
El Reino de los cielos no se parece a nada.
Solo tú puedes crearlo y mantenerlo.
Dios en ti será siempre único e irrepetible.
La manera de manifestarlo será siempre original.
……………………..
El Reino nunca será el fruto de una programación.
No surgirá por muchas doctrinas que atesores.
No lo encontrarás en los ritos litúrgicos.
Tampoco será producto del cumplimiento de unas normas.
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Surgirá de una intuición de lo que en realidad eres,
manifestada en tus relaciones con los demás;
cuando dejes de considerarte como un yo aislado
y descubras que eres uno con toda la Realidad.
( Escrito atribuido a Fray Marcos )