Realidad multidimensional Universal.

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2  Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo,  y el Espíritu de Dios  se movía sobre la superficie de las aguas. 3 Entonces dijo Dios: Sea la Claridad. Y hubo luz.4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

1  Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos.      12   Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,  contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes   espirituales de maldad en las regiones celestiales. ( Dice "maldad" en las regiones celestes.) ASI QUE COMO PARA FIARSE DE CUALQUIERA.

arco del creador

4  En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.  5  Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Porque NO lo permitió.

9 Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, 13  los  cuales,   no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne,   ni de la voluntad del hombre,  sino de Dios  Espíritu  Verídico. (Lo cual pudiera ser distinto al "dios inventado imaginario de las supuestas creencias humanas".)

El Ángel Solar se recoge en sí mismo, no disipa su fuerza, sino que en profunda meditación se comunica con su reflejo. 20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo,  21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.

«Descúbrenos la faz del verdadero sol espiritual,   Sol Radiante  de  Vida  y   de Verdad también inmerso en nosotros, origen de nuestro Ser, y
Oculto por un disco de luz dorada,
Para poder conocer la verdad y cumplir con nuestro deber,
Cuando nos encaminamos hacia Tus sagrados pies.»

VIII. ¿POR QUE EL CONOCIMIENTO ES A LA VEZ EXOTERICO Y ESOTERICO? (Osea, visible a nuestros sentidos y no-visible.?

Ahora dilucidaremos la pregunta que sigue: ¿Por qué consideramos que algunos aspectos del conocimiento son esotéricos y otros exotéricos?

Prácticamente la respuesta significa que ya se tiene cierta noción de que el conocimiento esotérico se ocupa del aspecto subjetivo de la vida y el exotérico del aspecto objetivo; que un tipo de conocimiento concierne a la energía y a la fuerza (de allí el peligro de la prematura revelación) y el otro a aquello que está siendo energetizado. Se evidenciará que hasta tanto no se haya logrado la facultad de comprobar la información subjetiva, una larga serie de hechos quedarán fuera del campo de la conciencia de la mayoría.

Como ya se ha dicho, la meta de la evolución consiste en ser consciente en todos los planos; debido al poco desarrollo evolutivo de la raza, todavía el plano físico está siendo sometido al control consciente. El conocimiento adquirido sobre dicho plano, la información concerniente a la objetividad más densa, el conjunto de hechos relacionados con los cinco subplanos inferiores del plano físico (desde el punto de vista ocultista), son considerados exotéricos. En el transcurso de las dos próximas razas, dominaremos los otros dos subplanos; entonces, todo el conocimiento concerniente a la materia física y etérica, a la energía y a la forma, más la experiencia en el plano físico, estarán fácilmente a disposición del hombre, y concernirán únicamente a sus cinco sentido físicos.

La información y el conocimiento de la vida que evoluciona por medio de las formas, serán todavía por largo tiempo considerados esotéricos, lo mismo que la aprehensión y captación del aspecto materia y de las leyes que rigen la energía en los planos astral y mental. Esto en relación con el hombre medio y la masa. La información objetiva y exotérica es obtenida y corroborada por los hombres, en gran parte, en el Aula del Aprendizaje por medio de los cinco sentidos y del experimento. En el transcurso del tiempo y después de muchas encarnaciones, el experimento se transmuta en experiencia, produciendo con el tiempo lo que llamamos instinto o reacción natural, de algún tipo particular de conciencia, a ciertas circunstancias o medio ambiente. Puede verse la actuación de ambos factores, los sentidos y el contacto experimental, en el reino animal y en el humano; la diferencia entre ambos reinos se halla en que el hombre es capaz de captar, recordar, anticipar y utilizar conscientemente los frutos de la experiencia pasada, y así influenciar el presente y prepararse para el futuro. A este fin, utiliza el cerebro físico.

El animal posee también memoria instintiva, la facultad de aprehender y la anticipación embrionaria; pero, por carecer de mente, es incapaz de ajustarlos a las circunstancias en el sentido de correlacionarlos de antemano; tampoco posee la capacidad de utilizarlos conscientemente a fin de beneficiarse de los acontecimientos pasados y aprehender por experiencia como lo hace el hombre. El animal emplea el plexo solar que constituye el órgano del instinto del mismo modo que el hombre emplea el cerebro.

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9 Respuestas a “Realidad multidimensional Universal.

  1. I. ¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL HIJO Y EL SOL?

    Esta pregunta nos lleva primeramente a considerar Quién es el Hijo y cuál es Su función. Todo sistema que merece el nombre de filosófico reconoce universalmente dos factores, espíritu y materia, purusha y prakriti. A veces se tiende a confundir los términos «vida y forma», «conciencia y vehículo de la conciencia», con los términos «Espíritu y materia». Dichos términos se relacionan, pero el punto de vista se aclararía si comprendiéramos que antes de la manifestación o del nacimiento de un sistema solar es más correcto emplear las palabras Espíritu y materia. Cuando ambas se interrelacionan durante la manifestación, después que ha cesado el intervalo praláyico entre los dos sistemas, entonces la vida y la forma, la conciencia y sus vehículos, son términos correctos, porque durante el período de abstracción no existe la conciencia ni la forma, y la vida, manifestándose como principio, tampoco existe. Sólo existe Espíritu-sustancia pero en estado de positividad, de total neutralidad, de negatividad y de pasividad. En la manifestación ambos se aproximan; actúan entre sí; la actividad reemplaza a la pasividad, la positividad a la negatividad; hay movimiento en vez de pasividad y ambos factores primordiales ya no son neutros, sino que se atraen y rechazan, se interactúan y se utilizan. Sólo entonces podemos tener la forma animada por la vida y la conciencia manifestada a través de vehículos adecuados.

    ¿Cómo se puede manifestar esto? En términos de fuego, cuando los dos polos eléctricos se unen definitivamente, se observa calor y luz por medio de la vista y la sensibilidad esotéricas. Esta relación se establece y perfecciona durante el proceso evolutivo. El calor y la luz se producen por la unión de los dos polos, o por el matrimonio esotérico de lo masculino y lo femenino, Espíritu (padre) y materia (madre). Físicamente dicha unión produce el sistema solar objetivo, el Hijo del Padre y de la Madre. Subjetivamente produce al Sol, suma total de [i228] las cualidades de luz y calor. En términos de Fuego, mediante la unión o unificación del fuego eléctrico (Espíritu) con el fuego por fricción (materia energetizada)

    se produce el fuego solar. Este fuego solar se distinguirá de todo lo demás por su desenvolvimiento evolutivo y por la intensificación gradual del calor que se ha de sentir y la luz que se ha de ver.

    Para poder llegar a una comprensión más clara de este tema tan abstracto, podemos considerar que el microcosmos, el hombre, evoluciona en los tres mundos. El hombre es el producto de la aproximación (imperfecta hoy) de los dos polos: Espíritu (el Padre en el cielo) y materia (la Madre). Esta unión da por resultado un Hijo de Dios individualizado, la unidad del Yo divino, y su reproducción exacta, en miniatura, en el plano más inferior del gran Hijo de Dios u Omni-Yo, quien constituye en Sí mismo la totalidad de todos los hijos, en miniatura, de todos los yoes individualizados y de todos y cada uno de los entes. Expresado en otros términos, el microcosmos, desde el punto de vista subjetivo, es un sol en miniatura que se distingue por las cualidades de luz y calor. En la actualidad esa luz se halla como «debajo de un cesto», o profundamente oculta por un velo de materia; pero en el proceso evolutivo brillará en tal forma, que los velos se desvanecerán ante el resplandor de la excelsa gloria.

    Actualmente el calor microcósmico es mínimo, es decir, la radiación magnética entre los entes microcósmicos se siente poco (según el significado oculto del término), pero con el tiempo las emanaciones de calor -debido a la intensificación de la llama interna, unida a la radiación asimilada por otros entes- aumentarán y alcanzarán tales proporciones, que la interacción entre los Yoes individualizados traerá como resultado, en cada uno, la perfecta fusión de la llama y del calor; esto continuará hasta que exista «una sola llama con incontables chispas», y el calor sea general y equilibrado. Cuando ello ocurra y cada Hijo de Dios llegue a ser un Sol perfecto, caracterizado por la luz y el calor perfectamente expresados, todo el sistema solar, el Hijo mayor de Dios, será un Sol perfecto.

    El sistema estará entonces caracterizado por un «resplandor de refulgente gloria», y por una radiación que lo vinculará con su centro cósmico; así logrará la liberación del Hijo y Su retorno a la lejana fuente de donde originó el primordial impulso. Por lo tanto téngase en cuenta que:

    Primero, el Hijo es el resultado radiante de la unión del Espíritu y la Materia, y se lo puede considerar como la totalidad del sistema solar: el Sol y los siete planetas sagrados.

    Segundo, el Hijo se manifiesta por medio de Sus cualidades de luz y calor, lo mismo que el Sol.

    Tercero, el Hijo es el producto de la unión eléctrica del «fuego por fricción» y «el fuego eléctrico» y también Él es «fuego solar», o sea la manifestación de los otros dos, por consiguiente lo que se ve y lo que se siente.

    Finalmente, el Hijo es, por lo tanto, la manifestación intermedia producida, en sentido oculto, por lo que está arriba y lo que está abajo. De manera que el Hijo, en Su propio plano (el mental cósmico), es el cuerpo egoico del Logos, en el mismo sentido que el cuerpo egoico del microcosmos es el producto de la unión de la Mónada o Espíritu, y la materia. Así como el cuerpo egoico del hombre (lo que se llama cuerpo causal) está sólo en proceso de formación y aún no es perfecto, lo mismo puede afirmarse del sistema solar el expresar la Vida de Dios, pues está en proceso de perfeccionamiento. El Hijo, manifestándose por medio del Sol y su esfera de influencia, todavía está desarrollándose gradualmente y no alcanzará «pleno desenvolvimiento» ni será perfecto hasta que todas las células de Su cuerpo tengan plena vida y vibren a un ritmo uniforme; no alcanzará Su lugar entre las constelaciones celestes (los Hijos de Dios en sentido cósmico) hasta que la radiación y el resplandor de Su luz sean vistos y sentidos perfectamente.

    El Hijo en los Cielos no «resplandecerá» hasta que cada una de las células de Su cuerpo sea una esfera de radiante gloria o, expresado esotéricamente, una llama de fuego y luz y una fuente de radiación magnética o calor. Como sabemos, desde el punto de vista cósmico, nuestro Sol sólo es de cuarto orden y se encuentra en el plano cósmico inferior. Cuando el Hijo haya alcanzado, por medio del Sol, plena expresión (es decir, perfeccionado Su despliegue de luz y calor) brillará en otro plano, el mental cósmico. Tenemos su analogía en el microcosmos u hombre. Cuando la luz del hombre brille plenamente y su radiación magnética haya alcanzado una vívida interacción o actividad grupal, habrá logrado la plena autoexpresión e incluido en su esfera de influencia y control al plano mental. Entonces se lo considera un Maestro, aunque también de cuarto orden, es decir, un cuaternario. Físicamente el plano etérico es el centro de su vida, así como se dice esotéricamente que el Sol y los planetas existen en materia etérica. La ley esotérica expresa «como es arriba es abajo». Por lo tanto, la relación entre el Hijo, el Padre y la Madre, en lo que respecta al Sol, es la misma que existe entre el hombre y el vehículo por el cual actúa. Es Su modo de actuar, Su vehículo de expresión; es la forma que Su vida anima con el fin específico de

    adquirir experiencia,
    hacer contactos,
    desarrollar pleno conocimiento de sí mismo.
    alcanzar pleno dominio o control,
    llegar cósmicamente a la «madurez .

    El Cristo cósmico debe llegar a la estatura del «hombre plenamente maduro», según lo expresa La Biblia cristiana.»
    expandir Su conciencia.

    Estas etapas se han de alcanzar en los niveles cósmicos, exactamente como el microcosmos persigue ideales similares en el sistema.

  2. I. ¿QUE ES LA EVOLUCIÓN Y COMO SE DESENVUELVE?

    1. Ciclos de Vida.

    Me limitaré aquí a tratar brevemente el proceso evolutivo y a indicar que el método de la evolución consiste simplemente en ajustar el aspecto materia al aspecto Espíritu, a fin de que el primero sea adecuado como cuerpo de expresión para el segundo. El ciclo de vida del Hijo es de cien años de Brahma, así como el ciclo de vida del hombre es de cierto número de años, el cual depende de su karma. Durante su ciclo de vida el hombre expresa en su etapa particular todo lo que ha adquirido, desarrollándolo gradualmente desde el período prenatal en que el Yo influye sobre el aspecto materia, hasta el período en que ese Yo superior toma plena posesión de la forma ya preparada. Esta etapa varía en cada individuo. Desde ese momento el hombre procura desarrollar con mayor plenitud la autoconciencia y (si progresa normalmente) expresarse con más propiedad por medio de la forma. En cada ciclo menor de vida, dentro del gran ciclo del Ego o Yo, se completa más esa expresión, controla más a la forma y desarrolla una realización consciente del Yo, hasta que llega un ciclo culminante de vidas en que el Yo interno domina rápidamente y asume plena autoridad. La forma llega a ser totalmente adecuada; se produce la plena fusión de los dos polos, Espíritu y materia, y la luz (fuego) y el calor (irradiación) se ven y se sienten en todo el sistema. Entonces se utiliza la forma conscientemente con fines específicos o se abandona, y el hombre se libera. El fuego eléctrico y el fuego por fricción se fusionan y el consiguiente fuego solar resplandece con radiante gloria.

    Extendamos esta idea desde el hombre, como unidad individualizada de conciencia, hasta los grandes Hombres celestiales, en uno de cuyos cuerpos el hombre es una célula. El cuerpo de expresión de cada Hombre celestial es uno de los planetas sagrados; persiguen el mismo objetivo que el hombre: lograr en Sus propios niveles la plena expresión y el desarrollo de Sus vehículos de conciencia, a tal grado, que el Espíritu resplandezca como luz divina y calor. Este calor se irradia conscientemente y con intensa atracción magnética entre los siete grupos del sistema o esquemas planetarios. Su campo magnético de acción comprenderá el radio [e210] planetario de todos y cada uno de ellos. Extendamos esta idea más aún hasta incluir al Hijo y a todo el sistema solar que Él anima; Su intento es expresarse plenamente dentro de él, para que con el tiempo y conscientemente se vea Su luz y se sienta Su calor o radiación magnética, más allá de Su influencia, el «círculo no se pasa» logoico. La luz y el calor del Hijo deben sentirse en el polo cósmico opuesto, esa constelación que es el opuesto magnético de nuestro sistema.

    2. Objetivo de las Unidades de Conciencia.

    La idea de unión y de fusión subyace en todo el plan evolutivo; el Hombre, los Hombres celestiales y el Hombre cósmico (el Hijo del Padre y de la Madre) han de:

    Irradiar calor más allá de su propio «círculo no se pasa» individual.
    Resplandecer esotéricamente y demostrar luz u objetividad ígnea.
    Expandirse hasta abarcar lo que está más allá de sus propias esferas inmediatas.
    Fusionar y mezclar los dos fuegos para producir perfectamente el fuego central, fuego solar.
    Fusionar Espíritu y materia para producir un cuerpo que exprese adecuadamente el Espíritu.
    Fusionar la esencia de la forma, esotéricamente cualificada durante la evolución, con la esencia de todas las formas -en sentido humano, planetario y cósmico.
    Alcanzar madurez humana, sistemática y cósmica.
    Dominar los tres planos del sistema solar, hablando en sentido humano.
    Dominar los cinco planos del sistema solar, en lo que respecta al Hombre celestial.
    Dominar los tres planos cósmicos, en lo que respecta a] Cristo cósmico, el Hijo o Logos al manifestarse objetivamente.

    3. Unidades de Conciencia en Manifestación.

    Si nos detenemos a considerar cuidadosamente los objetivos mencionados, veremos que cada uno ocupa su lugar en el plan y que el término evolución se emplea para expresar el desenvolvimiento gradual, en tiempo y espacio, de la capacidad inherente de un ser humano, de un Hombre celestial y del gran Hombre de los Cielos. Debe tenerse en cuenta el lugar y la posición que todos y cada uno ocupan respecto a otro u otros, pues ninguno puede desarrollarse sin los demás. Por lo tanto, ¿qué tenemos?

    a. El Hijo, el gran Hombre de los Cielos. Se manifiesta por medio del Sol y de los siete planetas sagrados, cada uno de los cuales personifica uno de Sus siete principios, de la misma manera que Él, en su totalidad, personifica uno de los principios de una Entidad cósmica mayor.

    b. Un Hombre celestial. Se manifiesta por medio de un planeta, personificando uno de los principios del Hijo, el Logos, y se desarrolla similarmente por medio de siete principios, fuente de Su unidad esencial con los demás Hombres celestiales. En sentido cósmico, el hijo está desarrollando el principio de un Ser cósmico mayor, el principio denominado amor-sabiduría, característica fundamental que ha de desarrollar durante su ciclo de vida. Por consiguiente, cada Hombre celestial personifica predominantemente un principio subsidiario del fundamental. Posee similarmente seis principios subsidiarios, como el Hijo.

    c. Un Ser Humano, el Hombre. Se manifiesta en el plano físico por medio de la forma y posee también siete principios; en cada ciclo de vida trabaja para desarrollarlos; tiene además una coloración primaria, que depende del principio fundamental personificado por el Hombre celestial quien es su fuente de origen. Tenemos así:

    EL LOGOS
    Padre-Espíritu……………………………………………………Madre – Materia

    que producen

    El Hijo o gran Hombre en los Cielos

    el Ego logoico consciente

    que evoluciona por medio de

    El Sol y los siete planetas sagrados,

    cada uno personifica

    Un principio cósmico, con seis diferenciaciones,

    por el método de:

    Expansión, estimulo vibratorio, interacción magnética o la ley de atracción y repulsión.
    Progresión cíclica, repetición rotatoria, conjuntamente con ascensión en espiral, y desarrollando:

    La cualidad de amor-sabiduría, utilizando la forma por medio de la inteligencia activa.
    Plena autoconciencia.
    Un perfecto sistema solar o forma, adecuado a las necesidades del espíritu inmanente.

    La misma clasificación podría aplicarse para demostrar la similitud del proceso en el caso del Hombre celestial y del ser humano. Si se pregunta por qué hay diez esquemas y, en efecto, diez planetas (siete sagrados y tres ocultos), se nos dirá que los siete planetas sagrados oportunamente se fusionan en los tres y finalmente los tres en uno. Esto tiene su analogía en los siete Rayos. Los siete Rayos, que en la manifestación son distintos, con el tiempo se sintetizan. Se dice que los cuatro menores se fusionan en el tercero mayor, y finalmente los tres mayores en el rayo sintético, Rayo de Amor-Sabiduría (el Dragón de Sabiduría, la serpiente oculta mordiendo su cola) de acuerdo a H. P. B. Tenemos por lo tanto tres rayos principales, pero se ven siete durante el proceso evolutivo. Respecto a los Hombres celestiales que actúan por medio de los planetas, tenemos, por consiguiente, tres planetas que podríamos considerar sintetizadores y cuatro que oportunamente son fusionados, hasta que los tres han absorbido la esencia de los cuatro; finalmente uno absorbe la esencia de los tres, y así se completa el trabajo.

    Este proceso tendrá lugar dentro de millones de años; se desarrollará durante el inevitable periodo de la gradual oscuración de nuestro sistema. Cuatro de los Hombres celestiales encuentran Sus opuestos magnéticos mezclándose y fusionándose. Primeramente lo realizan entre Ellos, fusionando y mezclando el Rayo negativo y el positivo, luego los cuatro se trasforman en dos. Después los dos se fusionan formando así una unidad, y el uno resultante se fusiona con el tercer rayo mayor, el aspecto Inteligencia -rayo que en nuestra Jerarquía planetaria está representado por el Mahachohan. La fusión continuará hasta que se alcance finalmente la unidad del sistema, y el Hijo haya realizado Su propósito, Amor-Sabiduría perfectos; Su luz resplandece cósmicamente; Su radio magnético toca la periferia de Su opuesto cósmico, llevándose a cabo el matrimonio del Hijo. Las dos unidades cósmicas se fusionan.

  3. III. ¿POR QUE EL SISTEMA SOLAR EVOLUCIONA COMO DUALIDAD?

    1. El Problema de la Existencia.

    La tercera pregunta involucra uno de los más difíciles problemas de la metafísica, y su consideración abarca todo el desconcertante misterio de la razón de por qué existe la objetividad.

    «¿Por qué razón creó Dios? ¿Por qué se nos impone la existencia?», son preguntas formuladas en distintas oportunidades por los hombres de todas las escuelas de pensamiento, por los religiosos, por los científicos en su búsqueda por hallar la verdad final y en su esfuerzo por descubrir el motivo de todo lo visible y obtener la explicación de la vida sensoria; por los filósofos, al buscar activamente aquello que anima a la subjetividad, y ha sido expresado en toda civilización y en todo tipo de personas por medio de las ciencias morales y la ética; por el biólogo, en su persistente empeño por descubrir la fuente de la vida y en su ansioso esfuerzo por explicar el principio vida, que siempre elude sus investigaciones; por el matemático, quien al considerar el aspecto forma de la manifestación en las distintas ramas de las matemáticas, llega a la conclusión de que Dios geometriza, que la ley y la medida rigen todo el universo y que el uno existe por medio de los muchos, pero a pesar de todo es incapaz de resolver el problema respecto a quién puede ser esa entidad geometrizadora. El problema persiste, y todas las vías de acercamiento (para hallar una solución) terminan en el callejón sin salida de las hipótesis y en el reconocimiento de un algo terminante, tan evadible que los hombres se ven forzados aparentemente a reconocer que existe una fuente de energía, de vida, de inteligencia, a la que dan distintos nombres, de acuerdo a la tendencia de sus mentes (religiosas, científicas o filosóficas), Dios, Mente Universal, Energía, Fuerza, lo Absoluto, lo Desconocido. Estos y muchos otros términos son los pronunciados por aquellos que, por medio del aspecto forma, buscan al Morador de la forma que no han podido hallar aún. Este fracaso se debe a las limitaciones del cerebro físico y a la falta de desarrollo del mecanismo por el cual se puede conocer lo espiritual y oportunamente establecer contacto con el Morador.

    El problema de la dualidad es el problema de la existencia misma, y no puede resolverlo quien se niegue a reconocer la posibilidad de dos hechos esotéricos:

    1. Que el sistema solar personifica la conciencia de una Entidad, cuyo origen está fuera del «círculo se no pasa» solar.

    2. Que la manifestación es periódica y la Ley de Renacimiento el método evolutivo del hombre, del Logos planetario y del Logos solar. De allí el énfasis puesto en el proemio de La Doctrina Secreta sobre los tres fundamentos siguientes:

    El Principio Inmutable e Ilimitado.
    La Periodicidad del Universo.
    La Identificación de todas las Almas con la SuperAlma.

    Una vez que los científicos reconozcan los dos hechos mencionados, sus explicaciones tendrán un sentido diferente y la verdad, tal cual es, empezará a iluminar su razón. Pocos hombres están preparados para recibir la iluminación, que simplemente es la luz de la intuición que derriba las barreras erigidas por la facultad de razonar. Con el tiempo se reconocerá que la dualidad del sistema solar depende de los siguientes factores:

    De la existencia misma.
    Del tiempo y el espacio.
    De la cualidad deseo o necesidad.
    De la facultad adquisitiva inherente a la vida misma. Esta facultad, por medio del movimiento, reúne en sí el material con que satisface su deseo, construyendo la forma mediante la cual trata de expresarse, confinándose ella misma dentro de la prisión de la envoltura, a fin de adquirir experiencia.

  4. Justo cuando parece que vá a decir algo, desvía la charla: parece que nos está tomando el pelo, o pretende dejarlo inconcluso para que sigamos escuchandola. ¿ Es así …? porque sólo he visualizado unos minutos.

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