18 En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.
13 Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
14 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad.
El primer registro de las palabras que el Cristo pronunció a Su madre fueron (símbolo del aspecto sustancia de la divinidad) “¿ No sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Esos asuntos que Él relacionó con el primer aspecto divino, la Mónada o aspecto Padre, fue llevar a cabo el propósito y cumplir la intención, la voluntad y el propósito de Dios. Su segunda enunciación fue pronunciada durante el Bautismo, en el Jordán, cuando dijo a Juan el Bautista: “Deja que esto sea así, pues nos corresponde cumplir con toda rectitud”. (El Estado Superior de Conciencia, Pristino, acepta "servir" al universo.)
Aquí, en esta segunda iniciación –que simboliza la conquista del deseo—, el Cristo penetra en el reino de la realización, del cumplimiento y de la correcta actividad planeada.
Estos tres aspectos están relacionados con las tres expresiones divinas de espíritu, alma y cuerpo, o vida, conciencia y forma, o vida, cualidad y apariencia. Este aspecto de la expresión de la vida del Cristo nunca ha sido debidamente estudiado, sin embargo, aunque sea una pequeña captación y comprensión de ese aspecto, ayudaría a la humanidad a hacer retroceder el mal (individual. grupal y planetario) al lugar de donde vino y también a liberar a la humanidad del terror que ahora acecha en todas partes, desafiando a Dios y al hombre.
Anteriormente, me he referido a las tres expresiones principales del aspecto voluntad. Tenemos la voluntad, como condicionador del aspecto vida. Esto no se refiere a ciertos acontecimientos u ocurrencias, sino a la naturaleza de las manifestaciones de la vida en cualquier ciclo, a través de cualquier nación o raza, en lo que concierne a la humanidad, y se refiere, además, a las amplias líneas generales que, en un momento dado en el planeta, determinan el progreso de la evolución de las formas que tienen básicamente que ver con la fuerza y la persistencia de la vida, que al manifestarse crea esas condiciones externas cualificadas y expresadas en términos de vida, cualidad y apariencia. La palabra vida, en esta triplicidad de términos, se refiere a la vida tal como la humanidad la comprende, considera como la que sintetiza. La voluntad que conquista a la muerte es una emanación del plano mental cósmico.
1er. RAYO. – La energía de Voluntad o Poder. Este rayo está destacadamente relacionado con ese aspecto de la voluntad que conquista a la muerte, sin embargo, es el Rayo del Destructor. Sobre esto les recordaré que la actitud humana de que la muerte es el destructor, presenta un punto de vista limitado y erróneo. El primer rayo destruye a la muerte, porque en realidad no existe tal cosa; ese concepto es parte de la Gran Ilusión, una limitación de la conciencia humana, y está básicamente relacionado con el cerebro y no con el corazón, por extraño que parezca. Es, en un verdadero sentido, “una ficción de la imaginación”. Cavilen sobre esto. La abolición de la muerte y la destrucción de la forma es una manifestación de primer rayo, que en realidad trae la muerte de la negación e inaugura la verdadera actividad. Es la energía que puede ser llamada “incentivo divino”; es la vida que reside en la simiente, que destruye sucesivamente todas las formas, a fin de que pueda efectuarse la fructificación final. Ésta es la clave del primer Rayo. Es la Voluntad de Iniciar.
Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su más elevada realización es la iniciación.
2do. RAYO. – La energía de Amor-Sabiduría. Esta energía fundamental es la voluntad de unificar, sintetizar, lograr coherencia y atracción mutua y establecer relaciones, pero -recuerden esto- son relaciones totalmente independientes de la conciencia de la relación o la realización de la unidad. Es la unificación tal como se ve desde el principio, que existe siempre y eternamente en la Mente de Dios, Cuya voluntad abarca el pasado, el presente y el futuro y Cuya [e443] mente no piensa en términos de evolución o de proceso. El proceso es inherente a la simiente; el anhelo de evolucionar acompaña inevitablemente la vida en manifestación. Es la Voluntad de Unificar.
Hoy, en lo que a la humanidad concierne, su expresión más elevada es la visión mística.
La «Quinta Columna» también se explica claramente … comprendamos la conjuncion de lo verídico.
En el proceso de sacrificio, lo que es el Todo sustentador, el núcleo interno de toda vida y principio de integración, realiza dentro de Sí Mismo las siguientes etapas de conciencia:
Se conoce a Sí Mismo como la voluntad trascendente, la voluntad que ve todo el proceso desde el principio, pero que se limita a sí misma a una gradual expresión de esa voluntad, debido a las limitaciones de esos aspectos de Sí Mismo cuya conciencia no es la del Todo. Aquello que inicia, ve el final desde el principio y trabaja hacia la meta en etapas progresivas, no para Sí Mismo, sino para esos aspectos que aún están limitados, inconscientes, ciegos y no ven ni razonan.
Se conoce a Sí Mismo como la voluntad transmisora, actuando desde el punto de síntesis, aminorando las energías distribuidas, de acuerdo al plan creador evolutivo. La Vida de nuestro planeta es vivida en tres etapas principales, particularmente desde el ángulo de la conciencia, es decir, por conducto de Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad. Desde allí la Vida transmisora se exterioriza en todos los reinos de la naturaleza. Por lo tanto, cada gran centro es un agente transmisor. La cuarta Jerarquía Creadora, el reino humano, es el agente por el cual serán enfocadas oportunamente las energías de Shamballa y de la Jerarquía para redimir la vida de todos los reinos subhumanos. Esto podrá tener lugar sólo cuando la humanidad pueda actuar con la voluntad enfocada, engendrada por la vida de Shamballa, inspirada por el amor, fomentada por la Jerarquía y expresada por medio del intelecto, que la humanidad misma ha desarrollado -aplicado todo dinámica y conscientemente bajo la presión de lo que ES superior y más grande que Shamballa.
Se conoce a Sí Mismo como la voluntad tras formadora, o ese proceso aplicado y sostenido que da lugar a las mutaciones Y cambios necesarios, por medio de la acción del constante incentivo de la voluntad al bien. Sin embargo, al mismo tiempo, no está identificado de manera alguna con el proceso. Estas mutaciones producen la transformación del Uno en los Muchos y más tarde, en tiempo y espacio, de los Muchos en el Uno, llevándose a cabo desde un punto de voluntad enfocada y dinámica, el “Punto en el Centro” que no cambia, sino que permanece siempre infatigablemente sujeto a su propio inherente propósito.
Cuando el discípulo o el iniciado puede también permanecer en el centro como voluntad transformadora, entonces le es posible efectuar los cambios necesarios en la naturaleza de la forma sin identificarse con ella ni ser afectado por los mismos. Esto podría servir para aclarar lo que quiere significar.
Ja, ja, ja, … una manera «original» de intentar explicar ésto … 🙂
2 En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar ¿? Espacio-tiempo … ¿? para vosotros.
DAVOS-GUTERRES: Alerta sobre la «EPIDEMIA de IMPUNIDAD» que evidencian GAZA o UCRANIA | RTVE