Nos encontramos ante los problemas que cada uno estamos enfrentando, cada persona en la medida de las propias posibilidades … ó quizás un poco más allá, según las determinaciones de lo verídico en nosotros.
El tema de éste blog, es la Sintonía: la responsabilidad que a cada uno nos corresponde como reacción inteligente, ante el conocimiento, en vísperas de que podamos consolidarnos en la verdad, que algunos llaman la Sabiduría de el Alma, y otros lo denominan de otras maneras.
Por lo tanto, observamos cómo las egregoras psiquicas circulan periódicamente en la temporalidad, semejantemente a como circulan los propios estados anímicos en cada persona, también a nivel colectivo de la sociedad, con las variantes de camuflage convenientes para que la sociedad las acepte, y pueda por lo tanto trabajar con ellas.
EL FACTOR ANALÍTICO
La quinta cualidad condicionante o actividad del alma, es el factor analítico.
Constituye una ley que rige a la humanidad, lo cual debe recordarse siempre. El análisis, el discernimiento, la diferenciación y el poder de distinguir, son atributos divinos.
Cuando producen un sentido de separatividad y de diferencia, entonces son reacciones estimulantes de la personalidad y, en consecuencia, son mal aplicadas y utilizadas personalmente.
Sin embargo, cuando se las mantiene dentro del sentido de síntesis y se las emplea para aplicar el Plan a la totalidad, son cualidades y leyes del alma, esenciales para el correcto desarrollo del propósito divino.
El Plan de Dios llega a la existencia poniendo el énfasis en forma correcta, y cuando insistimos sobre un aspecto o cualidad, excluimos momentáneamente o relegamos brevemente a la pasividad otro aspecto o aspectos. Ésta es una de las partes principales de la actuación de la ley de los ciclos con la cual trabajan los Maestros. Implica, de Su parte, el empleo constante de la facultad de analizar y el poder de discriminar.
El hecho de que, en tiempo y espacio, los pares de opuestos prevalecen y los emplean los Maestros para tejer la trama de la vida, indica la diferenciación principal del Uno en dos, los dos en tres, los tres en los siete básicos y éstos en los muchos. Desde la unidad a la diversidad el trabajo prosigue y emerge de acuerdo a la ley del alma, la ley del análisis dentro del campo de la síntesis.
Las “simientes de las diferencias”, según se las denomina, son factores principales que se emplean en la producción del mundo fenoménico. La Jerarquía trabaja con las simientes, como un jardinero trabaja con las semillas de las flores, y de estas simientes aparecen las formas diferenciadas necesarias, produciendo así más diferenciaciones. La siembra de esta simiente, su cultivo y mantenimiento, es parte de la tarea fenoménica de la Jerarquía, particularmente como sucede actualmente en la inauguración de la Nueva Era.
Los Maestros deben comprender, ante todo, cuál es el significado que la voluntad de Dios trata de expresar en cualquier determinado ciclo mundial. Tienen también que comprender el significado de los impulsos que emanan de fuentes más elevadas que las de Sus propios campos de expresión y dharma (deber) y procurar que las simientes de las nuevas formas sean adecuadas para el objetivo deseado. Además deben valorar la naturaleza de la realidad que cada era tiene que revelar en el desarrollo progresivo del propósito divino, y tienen la responsabilidad de trabajar en tal forma que la realidad externa se asemeje (en apariencia y cualidad) a la verdad interna. Todo esto es posible mediante la comprensión de la regla o factor analítico, considerándola como una ley que rige o produce el control por el alma, tanto en los niveles del alma como en el de las apariencias. Ésta es una de las principales tareas de la Jerarquía, e implica que deben poseer un tipo muy agudo de control mental, captación intuitiva y deseo de analizar. Sería bueno reflexionar sobre estos términos.
Debe recordarse que el análisis rige la aparición del quinto reino de la naturaleza, el reino de Dios en el plano fenoménico. Esta aparición presupone una diferencia entre el quinto y los otro cuatro reinos, lo cual es en una sola dirección, la de la conciencia. He aquí su principal interés y a este respecto, el quinto reino difiere de los otros reinos. Los otros cuatro poseen tipos fenoménicos separados y grupos de formas diferenciadas. Los fenómenos del reino vegetal, por ejemplo, y los del reino animal, son marcadamente distintos. Sin embargo, en el quinto reino existirá una nueva condición o estado de cosas. La apariencia fenoménica externa será la misma, en lo que a la forma concierne, aunque se intensificará su refinamiento y cualidad. El reino de Dios se materializa en, y por medio de la humanidad. Pero en el reino de la conciencia se hallará un estado de cosas muy distinto.
El símbolo permanece inmutable, aunque perfeccionado en el plano externo, pero su cualidad y estado de percepción es tan distinto como el que existe entre un ser humano y un vegetal.
En cierto modo es un nuevo concepto y sus implicaciones son estupendas. Constituye el secreto del cambio actual hacia el mundo de significados e implica una nueva percepción y una nueva apreciación, por parte de la humanidad, de un mayor mundo de valores. Pero -y aquí hay algo interesante- es una percepción llevada a un nuevo reino de la naturaleza, mientras continúa formando parte del antiguo. Es aquí donde tiene lugar la nueva síntesis y la nueva fusión.