Conciencia; Hijo Pródigo; hacia una comprensión verdadera de comunicacion en lo primordial.

Parábola del hijo pródigo:

Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió sus bienes…

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Entonces, volviendo en sí, dijo: «¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí, perezco, de hambre por la verdad…!
18 «Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: `Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores… viviendo de lo Real…’

20 Y levantándose, fué a su padre …

Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vió y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. 21 Y el hijo le dijo: » Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.» 22 Pero el padre dijo a sus siervos: » Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies…» porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida.

En la serenidad emocional, no hay preocupación. El conocimiento, otorga la base de comprensión, en la dinámica mental hacia lo nuevo. Lo falso, la creatividad en la imperfección, (egregores), de nada sirve. Podemos retornar.

La acumulación de experiencias, dá lugar a la madurez. La conciencia, sin engañarse con nuevas farsas, es capaz de alcanzar el estado adulto.

Lo que implica alcanzar éste mencionado «estado adulto», es diferente para cada entidad.

Con arreglo a las experiencias, que el Alma, nuestro Ser verdadero, desea adquirir en la manifestación de la temporalidad, se manifestarán los resultados de las diferentes polaridades, respecto a los cuerpos causales.

El estado adulto de la conciencia, manifestado en un equilibrio armónico, es un reconocimiento en la presencia de lo infinito. Podemos volvernos hacia éste principio divino, en nosotros, «volviéndo en Si» .

La conciencia, para ser, precisa alimentarse, ineludiblemente, de la verdad, si quiere encaminarse hacia lo Real.

La Presencia divina de la Verdad, no depende de nada, ni de nadie, es omnisciencia eterna.

Verdaderamente, es lo único, en lo que podemos confiar plenamente; aquello de lo que nos hablan, las escrituras sagradas, los maestros, y la sabiduria celeste.

Podemos comprender, que nuestra comunicación verdadera, es en la realidad de ésta presencia divina, en uno mismo, y en todos. Ésta es la verdadera sensibilidad, la apertura que necesitamos en nosotros mismos, a nuestra verdadera esencia. Aprender, es hacer lo posible, para ésta autenticidad.