El camino de la inocencia; claridad

«Tenemos que volver a ser como niños, para entrar en lo Celeste.»

Ésta es la cuestión: ver con claridad, que todo lo que conoces pertenece al pasado, ya no existe; está en el cementerio. ¿Quieres estar en la tumba o estar vivo? Y esta pregunta no surge sólo hoy, sino que mañana y pasado mañana seguirá apareciendo. Seguirá estando hasta tu último aliento.

El hombre de comprensión muere al pasado en cada instante y vuelve a nacer al futuro. Su presente siempre está transformándose, es un renacimiento, una resurrección. No es cuestión de valentía en absoluto, esto es lo primero que hay que entender. Es cuestión de claridad, de tener claro qué es qué.

La inocencia es coraje y claridad, ambas cosas. Si eres inocente no necesitas tener coraje. Tampoco necesitas tener claridad, porque no hay nada tan claro y tan transparente como la inocencia.

El nacimiento significa que entras en el mundo como una tábula rasa, no hay nada escrito. Sólo tienes futuro, no tienes pasado. Ése es el significado de inocencia.
Llegas al mundo como un observador inocente. Pero empiezas a tratar con el mundo de los adultos. Ellos te pueden dar muchas cosas; tú sólo tienes una cosa para dar, y es tu integridad, tu amor propio. No tienes muchas cosas, sólo una, puedes llamarlo como quieras: inocencia, inteligencia, autenticidad. Sólo tienes una cosa.
Naturalmente, al niño le interesa mucho todo lo que ve. Quiere tener esto y aquello; es parte de la naturaleza humana. Se perderá en éste viaje, porque en esta vida no conseguirá nada sin pagar. Pero el pobre niño no sabe que lo que él está otorgando, es tan valioso, que si se pusiera todo el mundo en un lado de la balanza, y en el otro lado su integridad, ésta pesaría más, tendría más valor.

Si triunfas, perderás la paz mental por el camino. Éste es el curso natural. El éxito extrae todo lo significativo de la vida: la paz, el silencio, la alegría, el amor. Te va quitando todo. Al final, tus manos están llenas de cosas inútiles, y se pierde todo lo que tenía valor. Y de repente, te das cuenta de que lo que necesitas es paz mental; correcta percepción.

Inmediatamente, aparecen quienes te la pueden suministrar, ( vender ) los cuales, no saben nada de la mente y no saben nada de la paz. La paz es un estado de no-mente, es Bienaventuranza, que desciende de la Verdad Celeste.

» Éste es el problema de todo niño, porque llega lleno de inocencia y está dispuesto a comprar cualquier cosa a cambio de su inocencia. Sólo lo entenderá cuando tenga en su poder todos ésos juguetes, pero no le hagan feliz, no sea un logro, no le satisfaga. Entonces, se dará cuenta de lo que ha perdido; se ha extraviado a sí mismo.

En un mundo mejor, las familias aprenderán de los niños. Vosotros no tenéis nada que enseñarles. Como eres más viejo y tienes más poder, los empiezas a convertir en algo exactamente igual que tú, sin pararte a pensar en lo que eres, lo que has alcanzado, cuál es tu estatus en el mundo interior. Eres un mendigo, ¿eso es lo que quieres para tu hijo.?

La vida sólo alcanza la madurez y el crecimiento a través del peligro. Tienes que ser un aventurero, siempre dispuesto a arriesgar lo conocido por lo desconocido. Y en cuanto hayas probado la alegría que produce la libertad y la ausencia de miedo, nunca te arrepentirás, porque sabrás qué significa vivir al máximo. Sabrás qué significa quemar la antorcha de tu vida por los dos extremos. Un solo instante de ésa intensidad es más gratificante que toda una eternidad de vida mediocre.» (párrafos adaptados de escritos de Osho)